PRODUCCIONES
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TOSCA
PLATERO Y YO
Ópera semiescenificada, cantada en italiano, con subtítulos en castellano.
Una de las óperas más representadas del repertorio verista italiano en un formato adaptado a una sala reducida y con las voces de grandes y prestigiosos solistas que están brillando en la actualidad en teatros de primera línea de todo el mundo.
La parte orquestal se interpreta solo con el piano. La sonoridad de este instrumento se adapta a la perfección en este tipo de salas,
y consigue reproducir todas las intenciones dramáticas y musicales del compositor
ya que la partitura para piano fue el primer paso de Puccini en la composición
de la obra antes de orquestarla.
La vida bajo la mirada de un poeta y un músico. La vida de un burro: espectáculo en un acto.
La ternura de la mirada de un niño que no es un niño. Ahí reside la grandeza del poeta que nos traslada a sus paisajes siendo él mismo protagonista secundario de la belleza que observa, y a veces de la crueldad, y a veces del dolor, de La vida.
Platero y Yo es poesía seglar, laica, sin rima externa, pero con ritmo interno, 138 manchas sobre el papel para hablar del mundo. El mundo a través de la música, sobre un poema, sobre un burro y del mundo a través de él, con él.
“De vez en cuando, Platero deja de comer, y me mira … Yo, de vez en cuando, dejo de leer, y miro a Platero”.
MAHAGONNY SONGSPIEL
MAHAGONNY SONGSPIEL
El viaje de las hermanas Anna por el mundo del vicio en The Seven Deadly Sins (Los 7 pecados capitales) y la incursión en las calles de una ciudad tumultuosa en Mahagonny (Mahagonny Songspiel) se funden en un único espectáculo en este montaje de las dos obras del compositor alemán Kurt Weill con textos del dramaturgo Bertolt Brecht.
La puesta en escena contemporánea, con una escenografía ingeniosa, sumerge al espectador en los intrincados mundos de estas dos piezas, tejiendo sus dramaturgias en una narrativa coherente que resalta su profundidad emocional y su crítica social.
En The Seven Deadly Sins, concebida como un ballet cantado y compuesta en 1933, los personajes personifican vicios, como la avaricia, la ira y la lujuria mostrando cómo afectan a las vidas y relaciones de la gente.
Mahagonny, creada en 1927, transporta al espectador a una utopía que se convierte en una alegoría de la sociedad moderna, explorando temas como el consumismo desenfrenado y la alienación.